viernes, 21 de diciembre de 2007

Las Guardias de la Noche

BRAN

Andaban a buen paso pisando la mullida nieve, que ocultaba traicioneras raíces, tentáculos fosilizados prestos a atrapar algún pie desprevenido. A su alrededor los árboles centinela y los arcianos crecían fuertes, vigorosos y más libres de lo que Bran había visto en su vida. Él estaba sentado en el enorme alce, cuyo lomo estaba cubierto de pieles gruesas y espesas. A su derecha caminaban erguidos y orgullosos los Reed, y a su izquierda el enorme Hodor y Verano continuaban a buen paso. Más adelante, aquel al que llamaban Manosfrías abría la marcha, permitiendo que ocasionales cuervos descansaran en su espalda antes de volver a salir volando. De repente Manosfrías se detuvo, alzó su brazo, y el alce y la comitiva se quedaron donde estaban. La cabeza oculta de Manosfrías se torcía hacia un lado como escuchando las vibraciones en el éter. Asintió, y siguió caminando. Tal vez supiera cosas que los hombres normales no tenían derecho a saber, pensó Bran. Un momento después la voz de Manosfrías rompió el silencio macabro del Bosque Encantado:
-Brandon Stark, tú, que en tus venas corre la sangre de los primeros hombres, la justicia del hielo te ha criado como a un hijo; tú que tienes ascendencia de las tierras de la nieve perpetua, llevas el nombre del que construyó el Muro, mas posees trazas de ándalos y rhoydans del sur en tus cabellos de fuego veraniego. Tú, Brandon Stark, heredero del Sur y el Norte, del Verano y el Invierno, del Fuego y el Hielo. Aquel que se ha sentado ante el sept de los Siete y ante el árbol corazón de los antiguos dioses. Brandon Stark, necesito un favor de ti.
Temeroso de aquel ser oscuro, sin duda practicante de hechicería, que los conducía a la presencia del Cuervo de Tres Ojos, o que incluso quizás fuera el mismísimo Cuervo, tan sólo asintió. Era absurdo, pues Manosfrías estaba de espaldas a él y no podía escucharle, pero los poderes de aquel ser eran desconocidos, y al parecer sí notó el gesto afirmativo:
-Brandon Stark de Invernalia, si eres tan amable, sácame un par de guantes de la alforja, que está empezando a hacer rasca y se me están quedando las manos heladas…

JON

Jon Nieve estaba sentado en la cámara del Lord Comandante de la Guardia de la Noche, puesto que por elección popular él ocupaba. Su rostro estaba tenso, en alerta, y sus hombros cargados. Soportaba el peso de su propia conciencia, viendo una y otra vez el cuerpo de Ygritte ante él, con la flecha en su corazón. Sintió una vez más que el que había sido herido en el corazón era él, y ahora tan solo era un muerto reanimado, como si los Otros hubieran usado su magia. Su conciencia traicionera le susurraba al oído una y otra vez “No sabes nada Jon Nieve”. Era el Lord Comandante, y no sabía nada, y ese era otro peso más para sus hombros juveniles, el peso de su ignorancia, de su inexperiencia, que podía llevar a sus hermanos negros y a todo Poniente a una muerte lenta y fría, o a un destino aún peor. Vestía la ropa negra de los hermanos negros, la capa caída sobre uno de sus hombros, cubriendo la mitad de su cuerpo. Había dejado que el cabello cubriera las cicatrices de su rostro. Descansaban sus manos sobre el pomo de garra, habiendo cortado los dedos de sus guantes para tener más flexibilidad. El que llevase las uñas pintadas de negro era ya algo más difícil de explicar.
La responsabilidad de defender el Norte de los invasores de más allá del Muro le consumía ¿acaso podría él con un puñado de hombres defender el mundo que había conocido de algo que había hecho huir a los gigantes y los bárbaros? Si al menos tuviera más hombres.
Tng, vibró el aire imperceptiblemente.
Jon Nieve pensaba, acariciando distraídamente la cabeza de Fantasma, que se apoyaba contra su rodilla. “Si tuviera más hombres, hombres más experimentados en enfrentarse con el extraño.”
Tng, volvió a vibrar.
“Y la experiencia de algún Lord Comandante, que pudiera aconsejarme en esta hora tan oscura.”
Tng, tng, vibró.
El cabello blanco de fantasma se erizó por completo. El huargo se tensó, comenzando a olisquear de aquí para allá, notando algo. Jon sintió su nerviosismo, a la par que notaba cosas que no debería notar. Un sonido inquietante atravesaba la sala, una voz que parecía provenir de una distancia insondable. Por un momento, Jon pensó que su conciencia seguía torturándole, pero las palabras eran de lo más extrañas.
-Oh, dioses, oh dioses, yo no he tocado nada, esto se ha puesto en marcha solo… Mejor será que me vaya… Y tú no digas nada.
-Oook.
Confuso y extrañado por la manifestación de la que estaba siendo testigo, sin saber qué hechicería la causaba, desenvainó su espada y comenzó a imitar a Fantasma. El aire se llenó paulatinamente con un aroma a latón, y un escalofrío aceitoso recorrió la estancia.
Los muros son lugares frontera, lugares de separación, pero también de tránsito. El Muro de Hielo había sido construido con magia de los Hijos del Bosque, con la fe y la determinación de los hombres que seguían a Brandon el Constructor. Su mismo tamaño ya provocaba reverencial respeto, al igual que su naturaleza helada. Si una masa enorme podía distender el espacio-tiempo provocando la gravedad, la cantidad de magia y masa del Muro era capaz de torcer hacia sí la frágil línea de las realidades.
Tng, tng, tng, tng… TNG.
La realidad se colapsó contra sí misma, el aire hizo un sonido de succión, y de repente un grupo de hombres armados apareció ante Jon Nieve. El que parecía más anciano se encontraba armado con una navaja de afeitar. Y la usaba para afeitarse. Abrió los ojos, miró hacia Jon Nieve con confusión, luego miró hacia atrás, hacia los otros hombres armados, y de nuevo hacia Jon, que buscó la valentía oculta en su corazón, y se adelantó:
-Vosotros, ¿quiénes sois? Hablad, criaturas, yo, Jon Nieve, Lord Comandante de la Guardia de la Noche, os lo ordeno.
El de la navaja de afeitar se acercó pacientemente a Jon. Era un hombre maduro de rostro sagaz y bigote espeso. Miró al muchacho con cierta socarronería y bastante inteligencia, y dijo:
-Qué casualidad, yo también soy Comandante de una Guardia Nocturna. Mi nombre es Vimes, Sam Vimes, encantado.

ARYA (by Condesadedia)

Mientras tanto en Ankh-Morpork:El Doctor Cruces subió al estrado del Salón de Actos del Gremio de Asesinos.
-Damas y Caballeros -dijo- Hoy es un día histórico para nuestro gremio. Por primera vez desde su fundación, un alumno ha conseguido la máxima calificación en el examen final. Con mención especial por haber utilizado la técnica de Inhumación con Extrema Saña - Se enjugó una lágrima con su pañuelo de seda-. Echaremos de menos al Profesor Mericet. En fin, el inhumado al hoyo y el vivo al bollo. Señorita Stark, si es tan amable de subir para recoger su diploma...
-Gracias, señor -dijo Arya tras recoger su diploma-. Y también me gustaría agradecer este diploma a todas las personas que me hay ayudado a conseguirlo: Ser Gregor, Dunsen, Polliver,Chiswyck, Raff el Dulce, Cosquillas, el Perro, Ser Amory, Ser Ilyn, Ser Meryn, el reyJoffrey, la reina Cersei y los Frey del Cruce. Muchas gracias a todos.


En honor a Terry Pratchett, que lucha contra el Alzheimer. ¿Algún genio en química cerebral en la sala? ¿No? Venga, no sean tímidos...

 
Legión del Espacio
La Legión del Espacio